24 October 2008

Episodio 2. I wanna be a fashion victim: Abercrombie&Fitch y las Minetonka

Las marcas viven de tontos como tú y como yo. Especialmente de tontos como tú. Levi's no tiene un proceso diferente de selección de algodón en los Levi's etiqueta roja que en los Levi's etiqueta naranja. Pero el llevar en el culo una de las dos es una diferencia de 60 euros y de psicología: Levi's sabe que eres gilipollas.

Hay casos más sangrantes. La CH gigante en el bolso (de Carolina Herrera no de Chacha) o el hombre anuncio Hackett. Carolina y Hackett cuentan con tu necesidad no ya de comprarte una ropa determinada sino de lo que es más importante, que todo el mundo lo sepa. La diferencia entre un tío con un polo de Tiendas Aurgi y de Hackett es muy simple: el sector que estás anunciando. Vale, vale que ahora tienes el rollo para justificarte de "Es que los bolsos de Carolina Herrera duran mucho más y están hechos con mejor material". Ya. Los bolsos de Carolina Herrera los hacen en Lebrija unos pavos que cobran 800€ al mes y deben tener un margen bruto por unidad de un 70.000%. Y, como tú muy bien sabes, tu polo de algodón de Hackett no lo ha hecho un sastre inglés a mano sino que en el mejor de los casos está hecho en el sur de Gales con trabajadores temporales. Pero tranqui, Carolina y Hackett cuentan contigo. O con tu memez mejor dicho. Pero no seas más tonto de lo que ya eres. Te compras la ropa en Hackett porque te mola molarte y que los demás lo sepan. No pasa nada. Sabemos por qué lo haces pero no nos hagas creer que es "porque dura más". Me mola más la gente que dice: pues me lo compromo en Hackett porque me encanta que la gente sepa que puedo gastarme 200€ en un polo. Y ya está.

Esto de las marcas, que a mí me empezó a parecer evidente cuando abandoné la edad del pavo (el año pasado), hay gente a la que no se lo parece y de eso se aprovechan las grandes multinacionales. Cuando dices que te vas a Estados Unidos, por aquello de que el dólar está barato, te conviertes sin querer en el MRW particular de tus amigos que te encargan todo tipo de cosas. Pero me voy a centrar en dos situaciones: una colonia que le encargaron a mi santa madre y unas botas que al parecer son el último grito (porque cuando las ves, te entran ganas de gritar de lo horrorosas que son).

La historia de la colonia es sencilla. Una amiga de mi madre le encargó una colonia de Abercrombie&Fitch (en adelante AF), una de las tiendas más cool del momento donde unos pantalones con tres agujeros (uno a la altura de la ingle y no digo más) te cuestan 180$.

La primera vez que fui a AF fue en Los Ángeles con un amigo. La tienda es oscura y todos los dependientes masculinos o femeninos son modelos. Ellas están muy buenas, doy fe. Ellos, según mi hermana y mi mujer, también. Probablemente son gente que ha dejado el MIT, Standford y Harvard para buscar un futuro mejor en el sector textil. Además de carne fresca, el concepto de negocio lo han desarrollado a base de quitar luces y poner unos altavoces con la música a todo trapo que hace que sea imposible hablar. Pero tiene su lógica de venta. Por ejemplo, acompañas a tu amigo que se quiere comprar unos pantalones. De repente se los prueba y ves que tienen agujeros que no te habías fijado porque estaba oscuro.

-Oye tío, esos no los pilles que están rotos.
-Pero qué poco controlas. Son así. Es lo que se lleva.
-Bueno, no sé lo que "se lleva". Lo que tú llevas en concreto es un huevo asomando por el agujero del pantalón
-Lo siento, con la música tan alta no te oigo. Nos vemos en la caja.
Y tu amigo se va bailando al son de música disco a palmar 180$ por unos pantalones en los que le asoma un huevo. Y a pesar de que camino de la caja se choca con una columna fruto de la absoluta oscuridad que reina en la tienda y se hace daño en el huevo que le asoma, se los compra de todas formas... ¿Por qué? Porque pone Abercrombie&Fitch.

A mi madre le encargaron una colonia y después de entrar, flipar y soltar un "Ay Dios mío y esto qué es", consiguió la colonia no sin que antes un mozo se quitara la camiseta y le hiciera un Lap Dance junto a la sección de "polos desgastados un poco pero no mucho". Y suerte que mi padre no vio al mozo porque probablemente le hubiera arrancado un huevo, le asomase o no por su pantalón de Abercrombie. Y yo me reía mientras dos macizas me miraban y cuchicheaban seguramente a causa de mi sobrepeso. Qué cool.

Pero luego hay algo más sangrante y es que la masa no se mueve necesariamente por la marca sino porque "se lleva". Y este es el caso de las Minnetonka, unas botas de ante y flecos que probablemente no se las pondría ni Pocahontas aunque tuviera que atravesar las montañas rocosas descalza en el mes de enero. Cuando te enseñan las botas te dan ganas de pedir el arco y las flechas de complemento. Hay tres modelos de Minnetonka: uno feo, otro horroroso y otro que probablemente esté tipificado en el Código Penal. Además hay dos colores: marrón mierda y negro de gritar. Pues oye tú, que nos hemos traído tres pares porque en Estados Unidos "sólo" cuestan 80$ y en España 200€. Y digo yo, ¿Y no será que en Estados Unidos que hace más tiempo que están de moda ya se han dado cuenta de lo horrorosas que son y han decidido quitarse stock?

La moda es así. Incomprensible. La belleza no está en lo que me gusta sino en lo que se lleva me guste o no. Cuando en el Telediario dicen que el desfile de David Delfín ha causado furor y ves aparecer a una pava en tetas con un tiesto en la cabeza y dos pirulís en cada mano, entiendes todo excepto una cosa: ¿Es que a nadie se le ha ocurridoponer dos bolsillos laterales en las Minnetonka para guardar los pirulís?

NOTAS AL POST
Vídeo parodia sobre Abercrombie&Fitch en You Tube

Las Minetonka (Aviso: las imágenes que vas a ver al pinchar el link pueden herir tu sensibilidad)

08 October 2008

Trilogía Americana

Las siguientes tres entradas que escribiré (o "posts" que dirían los bloggers de verdad), están destinadas a reflexionar tres aspectos concretos de cosas que me han sucedido en un reciente viaje a Estados Unidos que he realizado junto con mi familia.

Episodio I: La conjura de Iberia y mis amigos o la mentira colectiva del inexistente "Upgrade a Business".

En un rápido cálculo, habré montado en avión unas 500 veces. De ellas 498 ha sido en turista, class extra economy, almost beside the bodega.  Las veces que he viajado en Business, las dos veces que he viajado en Business quiero decir, han sido totalmente accidentales. La primera fue en un viaje nacional en el que me invitaron a dar una conferencia. Tuve la suerte de que, al ser el conferenciante suplente, cuando me llamaron para salir a calentar ya no quedaba turista. Muy a pesar de la organización, mi billete fue en business.  Ni que decir tiene que no dormí la noche anterior de la emoción. Me fui al aeropuerto con una sonrisa de oreja a oreja y en la cola de embarque miraba al resto de pasajeros como seres inferiores. A punto estuve de hacerme un camiseta que pusiera "Yo voy en Business en este viaje, ¿y tú?".

Cuando entré al avión, enseñé mi asiento a la azafata ansioso por ver si me hacía una reverencia o algo parecido. Pero no. Me sentó en un asiento que es jodidamente igual al resto de los de turista. Eso sí, tienen una cortina que la echan palante y patrás en función de a cuántos pardillos les han colocado en "business". Y también puedes pedir todo el zumo y los cacahuetes que quieras. Detallazo de Iberia.
 
La segunda vez fue también accidental.  Una empresa me había invitado a una presentación y se me perdió el billete en París. Me lo tuvieron que cambiar por Business. Yo iba un poco desconfiado después de mi experiencia de la cortinilla ruladora pero esta vez he de reconocer que fue mejor. Los asientos eran también iguales pero te daban una carta de vinos y de cena en la que había pasta, pollo, foie. Me pedí todo. Dos veces. 

Pero a lo que vamos. La mayoría de mis amigos a la vuelta de su viaje sueltan la frasecita como quien  no quiere la cosa "Nos lo hemos pasado genial. Además una gozada porque a la ida nos pasaron a business".  Y una polla como una olla. Es una Gran Mentira cada vez más habitual. Es como lo de la el programa Sorpresa, Sorpresa, Ricky Martin y la niña con el pastor alemán. Alguien suelta una trola y la cosa de propaga de tal manera que la gente no sólo se la cree sino que la acaba experimentando. Pues esto igual.

Al principio me lo creía. Ninguno de mis amigos tienen la Iberia Plus Oro, ni Platino ni eran Club Fiesta (hace tiempo que soy un experto ya que llevo muchos años en busca del upgrade y me sé todos los trucos.  A Club Fiesta pertences cuando eres una personalidad como un político o artista famoso, un periodista, o un actor, o Paquirrín, etc). Los de Club Fiesta son los primeros en preferencia de upgrade,  Por eso Paquirrín debe estar gordo. Se debe poner hasta el culo de zumos y cacahuetes en los Business de Iberia.

Pero a lo que vamos. Mis amigos mienten y aunque lo sospechaba desde hace tiempo, he querido verificarlo con pruebas suficientes y reiteradas. Me explico: yo he tenido varias oportunidades de que me hagan upgrade a Business porque me han perdido maletas, he tenido retrasos de 5 horas o, lo que me ha pasado ya dos veces, me han quitado por error un asiento que ya tenía confirmado. Un par de ejemplos y pruebas fehacientes de por qué es mentira que te pasan a Business.
 
Ejemplo A. Orlando, USA, Abril de 2005. Voy a Madrid vía San Juan de Puerto Rico. Saco tarjetas de embarque en Orlando. Al facturar mucho antes, pido la salida de emergencia (el Business de los pobres) para el vuelo de San Juan a Madrid.  Llego a San Juan de Puerto Rico y, tras la 5 horas de retraso de rigor, en el follón del motín de pasajeros los de Iberia han duplicado mi asiento y hay un pavo con las piernas ya estiraditas cuando llego a sentarme. 
No me enfado, más bien al contrario: me alegro porque pienso, ahora sí, esta vez sí. Llega la sobrecargo, se disculpa por el error y me dice que me puedo sentar en cualquier otro asiento libre. 
-No, no, no señorita. Yo quiero mi salida de emergencia sacada antes que este señor que está haciendo estiramientos de gemelo y cuadriceps para que le veamos. Si el error es suyo y no quiere levantar a Paco Piernaslargas de mi sitio, siempre puede darme una solución equivalente. 
La azafata me sonríe. Y va la muy hijadeputa  y levanta a 4 italianas de una fila de 4 y me dice que ahí me podré tumbar y estirar las piernas. Las italianas me miran con odio y yo miro con odio a la azafata. ¿¿¿Pero qué hay que hacer pa que te pasen a business???? Ahí empecé a sospechar de que a ver sí iba a ser un pisto que se tiraban mis colegas.

Ejemplo B. Nueva York octubre de 2008. Asientos confirmados desde una semana antes, Más de lo mismo con el agravante de que ahora no hay italianas porque el avión va lleno. Sólo queda sitio en business. El supervisor me reconoce el error de Iberia y habla por teléfono. Yo pongo cara de indignado pero por dentro estoy más nervioso que los de Gran Hermano esperando las nominaciones. Oigo la palabra Business en la conversación. Por fin, pienso. Por fin. El supervisor cuelga y me dice que lo siento pero puedo rellenar una hoja de reclamaciones.

Ahí confirmé todo. O en el libro de procesos y reclamaciones de Iberia tenían un apartado con una foto mía bajo el epígrafe "No hacer nunca upgrade a este tío" o, lo que era más probable, no existen los upgrades. Cuando un supervisor te pasa a businnes, es como cuando un desconocido te regala flores: mentira (los desconocidos no regalan flores nunca precisamente por eso, porque no te conocen y no saben dónde mandártelas). 

Por eso he decidido que me voy a meter en la rueda de la gran mentira. Cuando me baje descoyuntao de la fila 49 del airbus 340 en un vuelo de 12 horas y me encuentre con mis amigos, les diré: qué gozada tío. Me han vuelto a hacer el upgrade, pero esta vez a primera premium extraclass advantage. Y calla que se me ha sentado Elsa Pataky al lado y no dejaba de tontear conmigo. Le he tenido que pedir por favor que  se cambiase de asiento que estaba casado. Pero lo que ha molado de verdad es cuando me han dejado aterrizar el avión y los pilotos me han dado un billete de 500€ cada uno. Por cierto, que la única putada es que cuando se ha levantado la Pataky de mi lado se ha sentado Paquirrín y ha aprovechado que estaba yo pilotando el avión para comerse mis cacahuetes.