M&A
Año 1999. 26 de julio. 0.03 a.m. hora Zulú. Madrid
Mi amigo y yo nos miramos por última vez y ambos asentimos en silencio, con los nervios a flor de piel. Ahora o nunca. Debemos entrar rápido y actuar de manera decidida. Es la única forma de que no nos descubran. Cualquier gesto o duda que se perciba en nuestras caras puede ser mortal y hacer fracasar la misión. En esta situación descubro lo que sintió Trillo antes de tomar Perejil. Nosotros tenemos la ventaja de que a diferencia de aquellos bravos legionarios no tenemos fuerte viento de levante. En concreto, no tenemos nada de viento ya que estamos en ante la puerta del 4ºB del número 25 de la calle Cea Bermúudez intentándonos colar en una fiesta a la que no nos han invitado.
Una última comprobación.
-¿Llevas todo?
Mi compañero mira a la botella de DYC y hace un gesto afirmativo. No hay vuelta atrás. Toco el timbre.
Transcurren unos tensos segundos hasta que se oyen pasos que se acercan a la puerta. Suena un chasquido y la hoja de madera se abre. Ante nosotros aparece una chica de rasgos orientales y vestida con uniforme que al vernos sonríe de oreja a oreja mientras con la mano hace un gesto invitándonos a pasar. No he tenido tiempo de pensar que la cosa empieza fácil cuando de repente se tuerce. Mi amigo está tan nervioso que no se ha dado cuenta de que nos ha abierto la chica de servicio. Le planta dos sonoros besos a la filipina y se presenta.
-Hola, soy Manu. ¿Cómo te llamas?
La chica se queda como una estatua y vuelve a sonreir, esta vez apurada. Inmediatamente aparece un individuo junto a la filipina que nos mira extrañados. El tipo en cuestión tiene una pinta de soplagaintas importante. El pelo lo lleva como el rubio de los Pecos en los 80. Es delgadito y viste un polo donde se puede leer en letras grandes HACKETT (yo subtitularía este tipo de camisetas abajo con una frase del estilo de "Sí, sí, has leído bien envidioso de mierda: Hackett, 213 euros). El del polo discreto lleva una copa en la mano. Parece Martini con limón. Bebida de tías y de mariquitas. No hay duda: se trata con toda seguridad del dueño de la casa, el anfitrión de la fiesta y el capullo que se está intentando ligar al ligue de mi amigo y que es la razón por la que, Mecano dixit, nos hemos colado en la fiesta. No sé qué decir. Afortunadamente, interviene. Nos tiende la mano al mismo tiempo que se presenta con tono de voz de pijo afeminado:
-Hola, soy Borja. Vosotros debéis ser los amigos de Pelayo ¿no? Me dijo que quizá vinieran unos colegas suyos que habían venido de Barcelona.
La filipina se da cuenta de que pinta menos que Morientes en una concentración de la selección española y se escabulle al tiempo que doy gracias a Dios y respondo.
-Sí, sí. Somos los amigos de Pelayo (¿Pelayo? ¿Será godo el tal Pelayo? ¿Sigue habiendo godos? ¡Coño, yo pensé que se habían extinguido!) digo intentando poner un poco de acento catalán y consiguiendo un toque gangoso absurdo.
-Pelayo no a llegado aún -me tranquiliza-. Pero pasad.
Manu, ya seguro de sí mismo, le tiende la botella de DYC.
-Hemos traído esto. No queríamos venir de gorrones-
Borja la mira horrorizado como si en lugar de una botella de whisky le hubiera ofrecido una granada de mano con el seguro quitado.
-Eh. Bueno... Déjala ahí mejor-dice señalando un rincón junto a la puerta. - Hay whisky de sobra.
Sin decir ni una palabra más le seguimos por un fastuoso pasillo hasta un salón que tiene la superficie suficiente para ocupar él solito un código postal. La música suena y dedico unos segundos a contemplar la estancia. El salón está lleno de pinturas, de estatuas y, lo que es más importante, de tías buenas entre las que se encuentra Pilar, objeto de la disputa entre mi amigo y el soplagaitas.
Mientras nos ponemos una copa, nos damos cuenta de que el tal Borja ha cruzado el salón y se ha puesto a castigar el higadillo con risas y carantoñas a Pilar, que aún no ha reparado en nuestra presencia. Hay que actuar deprisa.
-Manu, ya sabes. Nos acercamos y mientras yo le quito de en medio aprovechas y hablas con Pilar.
-¿Pero cómo lo vamos a hacer?
-Tú déjame a mí - le digo con confianza al tiempo que tiro decidio del brazo de mi amigo y me dirijo nuestro objetivo.
Borja nos ve acercarnos por el rabillo del ojo y se le escapa un gesto de fastidio. Pilar repara de pronto en nuestra presencia y, con cara de sorpresa sonríe y se acerca a besarnos,
-¡Pero bueno! ¿Qué hacéis vosotros quí?
-¡Eso digo yo!-respondo asombrándome de la cara dura que tengo. -Nosotros hemos venido porque Borja es amigo de Pelayo que nos dijo que nos pasásemos- concluyo rematando la faena.
Pilar pone un gesto de extrañeza, posiblemente debido a que ella pensaba también que los godos se habían extinguido. Por si acaso, y antes de que nadie pueda reaccionar, agarro suavemente por el brazo a Borja.
-Borja perdona, pero después de ver el salón que tienes, no me quiero ni imaginar la maravilla que será resto de la casa. Necesito robarte dos minutos y que me la enseñes porque me encanta la decoración -miento sintiendo cierto repelús de mi mismo por el comentario tan gay que acabo de hacer.
El orgullo y la soberbia de Borja no pueden resistir tan libidinosa tentanción, máxime cuando el halago a su mansión lo he hecho delante de Pilar.
-Claro, claro. En seguida volvemos- dice dirigiéndose a la chica como si Manu no estuviese.
En unos segundo estamos fuera del salón e instantes después entramos en una especie de habitación con un escritorio, varios cienos de libros, más cuadros y un ordenador.
-Este es el despacho de mi padre, aunque ahora también lo utilizo yo bastante cuando traigo trabajo a casa.
La verdad es que este tío es más tonto de lo que pensaba. El pavo se ha tomado totalmente en serio lo de enseñar la casa.
-Ah, muy chulo. ¿Y en qué trabajas tú Borja?-interrumpo tratando de dar pie a que surja una conversación lo suficientemente larga como para dar tiempo a que Manu le diga a Isabel todo lo que le tiene que decir.
-Emanei.-respopnde con un toque de orgullo.
-Ah. Coño. ¿Qué chulo no? Yo personalmente soy de los que dicen que donde estén los emanems que se quiten los lacasitos por mucho que no se derritan en la mano.
-¿Cómo?- pregunta extrañado.
-No nada, que yo prefiero emanems. ¿Y puedes llevarte todas las bolsas que quieras gratis no?-remato
Borja me mira confundido. Durante un momento duda si le estoy vacilando. Se da cuenta de que por primera vez en la noche hablo en serio. Suelta una carcajada condescendiente conmigo y mirándome a los ojos y pronunciando muy despacio como si yo fuese retrasado dice:
-Emanei joder, no emanem. Son las siglas de merchandacquisishions. Fusiones y Adquisiones.
Se me queda una cara de estúpido importante. Nunca había oído esa palabra: Fusiones... Así que el amigo Borja es físico... Quién lo diría con la pinta de tolai que tiene.
Da igual. Sonrío en plan usted perdone, pero es que soy un paleto cuando de repente entra alguien en el despacho. A Borja se le ilumina la cara al tiempo que grita:
-¡Coño Pelayo! ¡Qué pasa!
Un escalofrío me recorre la espalda. Ha llegado el godo. Sálvese quien pueda.
Tras un saludo estúpido con Borja, en plan abrazo secreto de la hermandad zetapi omega, Pelayo me mira, sonríe y me tiende la mano:
-Hola qué tal soy Pelayo.
-Qué tal-digo tartamudeando sin dar pistas sobre mi identidad.
Borja reacciona. Abre los ojos muchísimo.
-¿¿¿Pero no os conocéis???
Trago saliva. De perdidos al río.
-Pues no. El Pelayo que yo conozco es otro digo sonriendo. ¡Qué casualidad que haya tantos godos en tu fiesta!-respondo dándome cuenta de la sonora tontería que acabo de decir.
Pero Borja no es tonto. Puede que no le cogieran en Emanems ni en Lacasitos, pero terminó Físicas que dicen que es bastante chunga. Ya no cuela.
Cinco minutos después estábamos en la calle. Manu había conseguido declararle su amor verdadero a Pilar durante los breves instantes en los que yo había empezado a descubrir el maravilloso de la terminología de la banca de inversión. Pilar le había declarado a su vez a Manu lo maravilloso que era la amistad y posiblemente ahora estuvise a punto de fusionarse con Borja. Otro día os cuento la primera vez que me hablaron de Private Equity.
Año 1999. 26 de julio. 0.03 a.m. hora Zulú. Madrid
Mi amigo y yo nos miramos por última vez y ambos asentimos en silencio, con los nervios a flor de piel. Ahora o nunca. Debemos entrar rápido y actuar de manera decidida. Es la única forma de que no nos descubran. Cualquier gesto o duda que se perciba en nuestras caras puede ser mortal y hacer fracasar la misión. En esta situación descubro lo que sintió Trillo antes de tomar Perejil. Nosotros tenemos la ventaja de que a diferencia de aquellos bravos legionarios no tenemos fuerte viento de levante. En concreto, no tenemos nada de viento ya que estamos en ante la puerta del 4ºB del número 25 de la calle Cea Bermúudez intentándonos colar en una fiesta a la que no nos han invitado.
Una última comprobación.
-¿Llevas todo?
Mi compañero mira a la botella de DYC y hace un gesto afirmativo. No hay vuelta atrás. Toco el timbre.
Transcurren unos tensos segundos hasta que se oyen pasos que se acercan a la puerta. Suena un chasquido y la hoja de madera se abre. Ante nosotros aparece una chica de rasgos orientales y vestida con uniforme que al vernos sonríe de oreja a oreja mientras con la mano hace un gesto invitándonos a pasar. No he tenido tiempo de pensar que la cosa empieza fácil cuando de repente se tuerce. Mi amigo está tan nervioso que no se ha dado cuenta de que nos ha abierto la chica de servicio. Le planta dos sonoros besos a la filipina y se presenta.
-Hola, soy Manu. ¿Cómo te llamas?
La chica se queda como una estatua y vuelve a sonreir, esta vez apurada. Inmediatamente aparece un individuo junto a la filipina que nos mira extrañados. El tipo en cuestión tiene una pinta de soplagaintas importante. El pelo lo lleva como el rubio de los Pecos en los 80. Es delgadito y viste un polo donde se puede leer en letras grandes HACKETT (yo subtitularía este tipo de camisetas abajo con una frase del estilo de "Sí, sí, has leído bien envidioso de mierda: Hackett, 213 euros). El del polo discreto lleva una copa en la mano. Parece Martini con limón. Bebida de tías y de mariquitas. No hay duda: se trata con toda seguridad del dueño de la casa, el anfitrión de la fiesta y el capullo que se está intentando ligar al ligue de mi amigo y que es la razón por la que, Mecano dixit, nos hemos colado en la fiesta. No sé qué decir. Afortunadamente, interviene. Nos tiende la mano al mismo tiempo que se presenta con tono de voz de pijo afeminado:
-Hola, soy Borja. Vosotros debéis ser los amigos de Pelayo ¿no? Me dijo que quizá vinieran unos colegas suyos que habían venido de Barcelona.
La filipina se da cuenta de que pinta menos que Morientes en una concentración de la selección española y se escabulle al tiempo que doy gracias a Dios y respondo.
-Sí, sí. Somos los amigos de Pelayo (¿Pelayo? ¿Será godo el tal Pelayo? ¿Sigue habiendo godos? ¡Coño, yo pensé que se habían extinguido!) digo intentando poner un poco de acento catalán y consiguiendo un toque gangoso absurdo.
-Pelayo no a llegado aún -me tranquiliza-. Pero pasad.
Manu, ya seguro de sí mismo, le tiende la botella de DYC.
-Hemos traído esto. No queríamos venir de gorrones-
Borja la mira horrorizado como si en lugar de una botella de whisky le hubiera ofrecido una granada de mano con el seguro quitado.
-Eh. Bueno... Déjala ahí mejor-dice señalando un rincón junto a la puerta. - Hay whisky de sobra.
Sin decir ni una palabra más le seguimos por un fastuoso pasillo hasta un salón que tiene la superficie suficiente para ocupar él solito un código postal. La música suena y dedico unos segundos a contemplar la estancia. El salón está lleno de pinturas, de estatuas y, lo que es más importante, de tías buenas entre las que se encuentra Pilar, objeto de la disputa entre mi amigo y el soplagaitas.
Mientras nos ponemos una copa, nos damos cuenta de que el tal Borja ha cruzado el salón y se ha puesto a castigar el higadillo con risas y carantoñas a Pilar, que aún no ha reparado en nuestra presencia. Hay que actuar deprisa.
-Manu, ya sabes. Nos acercamos y mientras yo le quito de en medio aprovechas y hablas con Pilar.
-¿Pero cómo lo vamos a hacer?
-Tú déjame a mí - le digo con confianza al tiempo que tiro decidio del brazo de mi amigo y me dirijo nuestro objetivo.
Borja nos ve acercarnos por el rabillo del ojo y se le escapa un gesto de fastidio. Pilar repara de pronto en nuestra presencia y, con cara de sorpresa sonríe y se acerca a besarnos,
-¡Pero bueno! ¿Qué hacéis vosotros quí?
-¡Eso digo yo!-respondo asombrándome de la cara dura que tengo. -Nosotros hemos venido porque Borja es amigo de Pelayo que nos dijo que nos pasásemos- concluyo rematando la faena.
Pilar pone un gesto de extrañeza, posiblemente debido a que ella pensaba también que los godos se habían extinguido. Por si acaso, y antes de que nadie pueda reaccionar, agarro suavemente por el brazo a Borja.
-Borja perdona, pero después de ver el salón que tienes, no me quiero ni imaginar la maravilla que será resto de la casa. Necesito robarte dos minutos y que me la enseñes porque me encanta la decoración -miento sintiendo cierto repelús de mi mismo por el comentario tan gay que acabo de hacer.
El orgullo y la soberbia de Borja no pueden resistir tan libidinosa tentanción, máxime cuando el halago a su mansión lo he hecho delante de Pilar.
-Claro, claro. En seguida volvemos- dice dirigiéndose a la chica como si Manu no estuviese.
En unos segundo estamos fuera del salón e instantes después entramos en una especie de habitación con un escritorio, varios cienos de libros, más cuadros y un ordenador.
-Este es el despacho de mi padre, aunque ahora también lo utilizo yo bastante cuando traigo trabajo a casa.
La verdad es que este tío es más tonto de lo que pensaba. El pavo se ha tomado totalmente en serio lo de enseñar la casa.
-Ah, muy chulo. ¿Y en qué trabajas tú Borja?-interrumpo tratando de dar pie a que surja una conversación lo suficientemente larga como para dar tiempo a que Manu le diga a Isabel todo lo que le tiene que decir.
-Emanei.-respopnde con un toque de orgullo.
-Ah. Coño. ¿Qué chulo no? Yo personalmente soy de los que dicen que donde estén los emanems que se quiten los lacasitos por mucho que no se derritan en la mano.
-¿Cómo?- pregunta extrañado.
-No nada, que yo prefiero emanems. ¿Y puedes llevarte todas las bolsas que quieras gratis no?-remato
Borja me mira confundido. Durante un momento duda si le estoy vacilando. Se da cuenta de que por primera vez en la noche hablo en serio. Suelta una carcajada condescendiente conmigo y mirándome a los ojos y pronunciando muy despacio como si yo fuese retrasado dice:
-Emanei joder, no emanem. Son las siglas de merchandacquisishions. Fusiones y Adquisiones.
Se me queda una cara de estúpido importante. Nunca había oído esa palabra: Fusiones... Así que el amigo Borja es físico... Quién lo diría con la pinta de tolai que tiene.
Da igual. Sonrío en plan usted perdone, pero es que soy un paleto cuando de repente entra alguien en el despacho. A Borja se le ilumina la cara al tiempo que grita:
-¡Coño Pelayo! ¡Qué pasa!
Un escalofrío me recorre la espalda. Ha llegado el godo. Sálvese quien pueda.
Tras un saludo estúpido con Borja, en plan abrazo secreto de la hermandad zetapi omega, Pelayo me mira, sonríe y me tiende la mano:
-Hola qué tal soy Pelayo.
-Qué tal-digo tartamudeando sin dar pistas sobre mi identidad.
Borja reacciona. Abre los ojos muchísimo.
-¿¿¿Pero no os conocéis???
Trago saliva. De perdidos al río.
-Pues no. El Pelayo que yo conozco es otro digo sonriendo. ¡Qué casualidad que haya tantos godos en tu fiesta!-respondo dándome cuenta de la sonora tontería que acabo de decir.
Pero Borja no es tonto. Puede que no le cogieran en Emanems ni en Lacasitos, pero terminó Físicas que dicen que es bastante chunga. Ya no cuela.
Cinco minutos después estábamos en la calle. Manu había conseguido declararle su amor verdadero a Pilar durante los breves instantes en los que yo había empezado a descubrir el maravilloso de la terminología de la banca de inversión. Pilar le había declarado a su vez a Manu lo maravilloso que era la amistad y posiblemente ahora estuvise a punto de fusionarse con Borja. Otro día os cuento la primera vez que me hablaron de Private Equity.
3 Comments:
Coño Borja, tú por aquí. Mil perdones. Ya sé que es Merge pero pronunciado Merch... Y está escrito como suena, no como debería. Take a look. Eres el único de mis lectores que no ha caído. El orgullo corrector te ha podido...
Será maja, pero tira menos que la moto de un hippy.
No como tu mujer... Menuda floja.
anda que la Rakel...
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