Las tres caras de la verdad
Esta semana he estado de trabajo hasta arriba, lo cual no es noticia. Pero se acerca el Mundial de Fútbol y eso nos hace tener una especial carga lo que también influye a la hora de que escriba menos.
Ayer por la noche me invitaron al cumpleaños de una amiga. Por casualidades de la vida, en la fiesta acabé coincidiendo con un directivo de televisión de una cadena nacional. Comenzamos a hablar sobre televisión y la verdad es que tanto un amigo como yo le empezamos a reprochar la falta de calidad y la cantidad de telebasura que había en su cadena. Él se intentó defender sin mucho éxito, no porque no sea un tipo inteligente que lo es y mucho, sino porque la cuadratura del círculo suele ser complicada.
El punto álgido fue cuando le preguntamos cuáles eran a su juicio los criterios de calidad de un programa de televisión. Nos citó tres: que entre dentro de la legalidad vigente, que tenga audiencia y que sea rentable. Ya está. Es decir, que si tenéis una idea que no vulnere la legislación española y creéis que pueda gustar a la gente (si se cumple esto que dé dinero viene por añadidura), ya sabéis hacer televisión de calidad. Ya se ve que el listón muy alto no está.
Eché de menos algún criterio como que forme a la gente, que transmita algún tipo de valor, que implique al espectador, etc... No me creo que no se pueda hacer tele de calidad. En USA se hace con bastante frecuencia.
Aquí, cuando ya la gente decía que se había inventado todo, cuando el pique era ver quién sacaba al especimen más extraño que incrementara el share, o a la hija de la mujer del primo de la cuñada del sobrino de la Pantoja insultando a su ex o una orgía de suecas con enanos tibetanos, llegaron los de la Trinca y se sacaron de la manga Operación Triunfo. Y triunfó. Sin tetas, ni gritos, ni cámaras ocultas, ni humillaciones en plató, etc.
La verdad tiene tres caras: la verdad, la mentira que parece verdad y la mentira que nos fabricamos porque nos da miedo admitir la verdad.
Esta semana he estado de trabajo hasta arriba, lo cual no es noticia. Pero se acerca el Mundial de Fútbol y eso nos hace tener una especial carga lo que también influye a la hora de que escriba menos.
Ayer por la noche me invitaron al cumpleaños de una amiga. Por casualidades de la vida, en la fiesta acabé coincidiendo con un directivo de televisión de una cadena nacional. Comenzamos a hablar sobre televisión y la verdad es que tanto un amigo como yo le empezamos a reprochar la falta de calidad y la cantidad de telebasura que había en su cadena. Él se intentó defender sin mucho éxito, no porque no sea un tipo inteligente que lo es y mucho, sino porque la cuadratura del círculo suele ser complicada.
El punto álgido fue cuando le preguntamos cuáles eran a su juicio los criterios de calidad de un programa de televisión. Nos citó tres: que entre dentro de la legalidad vigente, que tenga audiencia y que sea rentable. Ya está. Es decir, que si tenéis una idea que no vulnere la legislación española y creéis que pueda gustar a la gente (si se cumple esto que dé dinero viene por añadidura), ya sabéis hacer televisión de calidad. Ya se ve que el listón muy alto no está.
Eché de menos algún criterio como que forme a la gente, que transmita algún tipo de valor, que implique al espectador, etc... No me creo que no se pueda hacer tele de calidad. En USA se hace con bastante frecuencia.
Aquí, cuando ya la gente decía que se había inventado todo, cuando el pique era ver quién sacaba al especimen más extraño que incrementara el share, o a la hija de la mujer del primo de la cuñada del sobrino de la Pantoja insultando a su ex o una orgía de suecas con enanos tibetanos, llegaron los de la Trinca y se sacaron de la manga Operación Triunfo. Y triunfó. Sin tetas, ni gritos, ni cámaras ocultas, ni humillaciones en plató, etc.
La verdad tiene tres caras: la verdad, la mentira que parece verdad y la mentira que nos fabricamos porque nos da miedo admitir la verdad.
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